martes, 27 de julio de 2010

Pequeños placeres.


Me gusta ver que hay niños que hacían lo que yo hacía cuando era pequeña. Me gusta el olor de un libro recién abierto. Me gusta pisar las hojas secas del parque. Me gusta mirar al mar. Me gusta pegar un bostezo a alguien. Me gusta romper el papel de los regalos. Me gusta dibujar figuras extrañas en un papel mientras hablo por teléfono. Me gusta hacer pompas de jabón. Me gusta rascarme la marca que me dejan los calcetines. Me gusta cojer arena con las manos y dejar que se escurra entre los dedos. Me gusta besar lentamente. Me gusta comer los lacasitos por colores. Me gusta ver las cosas dar vueltas en el microondas. Me gusta ver escribir a una persona zurda. Me gusta el olor a gasolina. Me gusta recibir un "Te quiero" cuando no me lo espero. Me gusta el ruido de los tacones. Me gusta que me hagan callar con un beso. Me gusta poner la música alta cuando estoy sola en casa. Me gusta mirar como llueve por la ventana. Me gusta explotar las pompas del plástico de embalar. Me gusta recibir un mensaje inesperado. Me gusta intentar hablar bajo el agua. Me gusta que se me contagie la risa de alguien. Me gusta que me susurren al oído. Me gusta escribir en cristal empañado. Me gusta recordar buenos momentos. Me gusta ver reir a un niño. Me gusta entrar en un cine y oler el rico olor a palomitas. Me gusta encontrar fotos de cuando era pequeña y recordar como era. Me gusta calentarme las manos con una taza de chocolate caliente en invierno. Me gusta meter el dedo en la tarta. Me gustan los segundos anteriores a un beso. Al fin y al cabo, como Benjamin Franklin dijo, la felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días.

Alba.

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