sábado, 16 de abril de 2011

Si estoy solo tú me acojes, eres mi fiel compañía, me hablas sincera y me esperas cuando empieza el día. Mi guía, mi faro de Alejandría, si me ves perdido te miro y elimino la tristeza en un suspiro. Das sentido a mi existencia, tu desobediencia, tu sola presencia merece mi reverencia, me diste un don, fuiste mi espada, siempre encerrada en tu prisión si la inspiración faltaba. Desde la nada me abrazas, no prohibes ni amenazas. Tan romántica y auténtica, tú nunca te disfrazas, como un hada y un verdugo firme escudo en la batalla, tú, a quién acudo si otros fallan. Me das retos, aventuras y responsabilidad, me das éxito y dinero, me quitas la intimidad, me exiges crear, me haces temblar, soñar, me curas, me eliges para hablar si las calles están mudas. Me desintegras pintando estas noches negras, me alegras, me invades, me evades, alejas las tinieblas y me resucitas siempre, nunca me mientes. Eres el recipiente donde lágrimas se vierten. Tú, reina entre mil reyes, cumbre de mis valles, me levitas y así evitas que tanto odio me ametralle. Eres tú, mi suerte, eres tú, tan fuerte, eres tú, tan diferente, surges y de repente la vida olvida a la muerte. Imposible de tenerte si naces de un pentagrama, si el drama yace en mi cama me abres enormes ventanas. Tu llama jamás se apaga, luz de eterna juventud cuando lloras punteando una guitarra de Blues. Eres tú, la rabia sucia y rasgada de Kurt Cobain, el compromiso sincero de Marvin Gaye, la grandeza de John Coltrane improvisando con el saxo, la mirada aniñada en los ojos de Michael Jackson. Bebí de tí el elixir y resistí los golpes, si fui torpe encontré por fin mi norte, mi soporte. Entre acordes de Mark Knopfler, redobles de Hanckock Herbi, de Vivaldi hasta Elvis, desde Verdi hasta Jack Berry. Inmortales piezas musicales hacen que el tiempo se pare, estallan como bombas provocando ondas letales de esperanza, de aliento y vida. Solo tú haces eficaces todas las frases que diga, mi balanza, mi paz, mi druida en la fatiga. Solo tú haces realidad los sueños que yo persiga y es que sin ti no hay destino, solo piedra y mil caminos. Sin ti, soy un mimo temblando en el camerino. Envidio el poder que impones en canciones. Despiertas mis emociones con creaciones de Ennio Morricone. Sensaciones sin control cuando eres Rock and Roll, el erotismo de un bemol en la voz de Diana Krall, el solo de guitarra eléctrica que el silencio rompe, la armónica que esconden las manos de Stevie Wonder. Respiras vida con la calma que inspira Bob Dylan. Y es cierto, da igual que suenes con un arpa o un acai, con la clase de Frank Sinatra o de Barry White. Eres la métrica enigmática que envuelve mi ser y lo salva, el idioma con el que los dioses hablan, eres música.

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